Comunicación pasiva y los mensajes en la era social
En el transcurso relativamente corto de su existencia, las plataformas de redes sociales ejercieron una enorme presión sobre nuestra industria. Y teniendo en cuenta la velocidad con la que hoy se transmiten los mensajes entre grupos de conocidos, no es de extrañar que los profesionales vinculados al marketing centren sus energías en rentabilizar estos nuevos mecanismos de comunicación.
El boca en boca es la forma más antigua de comunicación comercial, pero ahora tiene una potencia renovada. Antes, si queríamos consultarle a un familiar sobre un buen restaurante para ir a cenar, había que contactarlo de forma activa. Y en la era de las comunicaciones activas sumar una red de recomendaciones tenía un costo, tanto en tiempo como en dinero. De ahí que el marketing tradicional funcionaba de una forma relativamente segura. La velocidad en que los vendedores transmitían sus ofertas era superior a la que los compradores podían hacerlo entre si.
Pero en las primeras etapas de la Web, y desde que la telefonía móvil empenzó a despegar, comunicarse en grupos fue cada vez más fácil. La llegada del e-mail y el SMS implicó que los mensajes eran capaces de moverse en torno a grupos de amigos fácilmente, acelerando la velocidad con que las recomendaciones o críticas boca a boca podían influir en las decisiones de compra.
Hoy, en la era de la Web social, la comunicación no es uno-a-uno sino de muchos-a-muchos. Estamos en línea con todos los miembros de nuestro pasado y presente en una red que nos mantiene el contacto simultáneo con numerosas personas. Esto implica una forma “pasiva” de comunicación. Desde ya que los cambios en la comunicación personal no son nuevos, la introducción de innovaciones diseñadas para hacer el contacto más rápido y simple forman parte del paisaje de los consumidores desde hace siglos (de los telegramas a las palomas mensajeras).
Pero el cambio de comunicación activa a comunicación pasiva experimentado en los últimos 3 años es uno de los más rápidos y profundos que hayamos visto. Nuestro instinto natural de hablar y compartir tiene ramificaciones espectacular para las empresas. El mensaje -ya sea con un tono positivo o negativo- llega a los consumidores mucho antes que el marketing oficial.
Y todo esto es algo que en nuestra región muchos se niegan a comprender en su total dimensión. Más allá de crear un perfil en Facebook o Twitter. Lo que hay que aceptar es el profundo cambio que sufrió la forma en que nos comunicamos. Y tomarlo como punto de partida.
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